El camino récord de José Manuel


Si la vida se trata de aventurarse a tomar decisiones, los pasos que José Manuel Gallardo Méndez ha dado por la Tierra son, quizás, la prueba de que al elegir un camino guiado por la pasión los frutos serán más exquisitos. Tanto como su café geisha, que logró romper el récord de precio en la última subasta Best of Panamá. 

He tenido la dicha de probar su café años atrás, un geisha que un comprador decía que estaba defectuoso. Era increíble. Y desde entonces pensé que en realidad José Manuel estaba adelantado en el tiempo. Por eso, es un gusto contarte su historia.

José Manuel hoy tiene 42 años y toda una vida caminada por los cafetales de su finca de Jurutungo, en el departamento de Renacimiento, Chiriquí. Por estas tierras, a 1900 metros de altura, su abuelo empezó con la tradición familiar caficultora, que heredó su papá, quien en cada visita a la finca lo llevaba de la mano cuando era un niño.

Allí fueron sus primeros pasos en la vida y ya por esos años, José Manuel se había enamorado de la montaña. Tiempo después, en 2007, en la altura chiriquiana crecía una pequeña nueva apuesta que sería muy significante para su vida: “Ya había aparecido el Geisha y  mi papá vio que había algo ahí. Entonces, por si acaso, sembró un poco”, me cuenta José Manuel sobre los orígenes del reconocimiento actual. 


Al principio costó: “La finca es de difícil acceso. Mi papá subía entre cuatro y ocho veces por año…  el no estar ahí hacía que los procesos no fueran llevados a tiempo”. Durante años, los resultados de la cosecha no fueron buenos. Y un día de 2014, el papá le habló a sus hijos sobre el futuro de esa finca. José Manuel lo escuchó atento.

Entonces concretó la primera decisión que, siete años después, lo convertiría en uno de los grandes caficultores panameños: “Le dije que yo me encargaría. La finca me encantaba. No quería dejarla ir. Y si el café no funcionaba se podría probar con otras cosas, pero yo quería que conserváramos la finca de mi abuelo…”

Me cuenta José que en esos días tomó conciencia que si quería mantener la finca tendría que hacerlo bien. Y lo primero que hizo, a continuación, fue aprender a ofrecer el café a clientes de Estados Unidos. “No hacía bien algunas cosas. Les ofrecía café verde, pero de muestra llevaba café molido”, rememora sobre aquellas experiencias iniciales.

Aprendió, entonces, a llevar correctamente las muestras, a conocer qué tipo de café quiere cada cliente, a procesarlo correctamente. “En un viaje le propuse a cinco clientes. Sólo uno me respondió”. 

Ese cliente le dijo que el café tenía defectos de humedad, pero que a pesar de eso era el mejor geisha que había probado. José recuerda con exactitud las palabras que recibió de aquel comprador: “De donde sea que lo estén sacando, cuidenlo, que el año que viene le compramos”.

Y otra vez, en su mismo camino, decidió avanzar.

La cosecha del 2014 y del 2015 le había dado pérdidas del 90%. Debía mejorar las técnicas del secado. “Mi investigación fue guiada por la necesidad. Tenía mucho café que se estaba dañando”.

José Manuel me cuenta que por esos momentos recordó algo que le dijo el caficultor Ratibor Hartmann: “Al café le gusta lo que a las personas les gusta”. Entonces, preparó un cuarto equipado con artefactos caseros, un aire acondicionado, un deshumidificador,  60% de humedad relativa, 24 grados celsuis. Separó los granos, realizó distintas pruebas para cada grano y, en especial, conservó lo que la montaña le daba, lo que él había elegido de ese lugar: la microbiología nativa. Algo que él dice de una manera tan sencilla como hermosa, “tenemos que aportar a los arbolitos”.

Su café empezó a mejorar. Llegó el reconocimiento nacional e internacional. Ganó premios de la mano de baristas que usaban su café en las competencias mundiales. Y el 21 de septiembre, su café geisha rompió el récord en la subasta internacional Best of Panamá, en 2,568 dólares por libra. El comprador del lote oficial de las 100 libras únicas fue la firma japonesa Saza Coffe.

José Manuel está muy feliz con este reconocimiento, que también es un logro en el caminoque él mismo decidió llevar adelante. Su mirada, sin embargo, es colectiva: 

“Los café de especialidad, el noguo y el geisha, para mí son una herramienta para poder hacer sustentable el resto de la industria, que abarca el 99.5%. Por eso sigamos adelante los productores de café panameño, que tenemos que ver cómo hacemos para que este rubro sea algo estable”.

“Trabajar con el enfoque innovador me ha dado resultados, pero entiendo cuando las personas no lo hacen. Han sido 14 años de números rojos. Hasta ahora, con esta venta, casi se ha pagado la deuda. Es una forma muy riesgosa de lograr avances”.

Un riego que José Manuel decidió correr: “No es fácil y  muchas veces no  remuneras bien. Pero el café en mi vida es una pasión”.

Y las pasiones, dicen por ahí, abren caminos. 

Felicidades José Manuel.

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