Llegaron de afuera a nuestra mesa


Fuegos artificiales de fondo, una mesa con rostros de personas que queremos mucho y siempre, como elemento clave de conexión, como esencia que se comparte: una deliciosa comida.

En estas fiestas de fin de año, cada familia panameña repetirá sus costumbres. Son aquellas noches en que ocurre todo: los niños y las niñas corren detrás de los regalos, la energía de la juventud se vuelve la luz del encuentro y los adultos sonríen entre la alegría por quienes están y la nostalgia al recordar a quienes están lejos o, un poquito más aún, al sentir a quienes ya partieron.

Panamá será una fiesta y nuestro país también tendrá sus propios invitados, invitadas e invitades, a quienes recibimos con los brazos abiertos y harán de esta su propia casa. Por eso, hoy quisiera contarte dos historias de personas que llegaron desde afuera, y que en este fin de año, entre sus costumbres y las nuestras, levantan la copa y brindan por el 2022 que vendrá.

Hace diez años que Mary Sofía Luján (Instagram @lostwinkies), venezolana y diseñadora de moda, llegó a Panamá junto a su esposo y su hija Úrsula. Aquella noche tuvo un buen presentimiento:  “Fue emocionante, un nuevo comienzo”, recuerda Mary aquellos meses iniciales. Habían vivido en  Estados Unidos y aquí les tocó empezar una nueva vida, y en esa nueva vida, llegaron las primeras fiestas de fin de año.

May Sofía Luján
La familia completa

“Nuestra primera Navidad en Panamá fue épica”, me cuenta Mary y en sus palabras habla también de la calidez del pueblo panameño. “No conocíamos a nadie, solo a dos taxistas que nos llevaban a todos lados: al trabajo de mi esposo y a mí a hacerle el transporte a mi hija. Ambos eran panameños, cariñosos y simpáticos. Y ese 24 de diciembre decidimos invitarlos a cenar”.

Pero la impresión más grande vendría una semana después: “El primer 31 de diciembre, en Panamá,  para nosotros fue impresionante ¡Jamás pensamos que veríamos tantos fuegos artificiales! Nadie nos había hablado al respecto. Recuerdo que tomábamos videos y se lo mandábamos a nuestras familias, impresionados. La pasamos los 3 solitos, viendo desde la ventana del apartamento, maravillados por lo afortunados que éramos. Cuando vivíamos en USA las navidades eran muy tranquilas, cenas con nuestros padres, quizá hubo alguna fiesta de fin de año, pero siempre tranquilos, disfrutando de tenernos cerca, aunque estuviéramos en tierras lejanas. Cuando uno emigra eso es realmente lo único que importa”.

¿Y respecto a la comida? ¿cómo es llegar a una nueva tierra y encontrarse con que los platos típicos son distintos? ¿se extraña mucho los propios?, le pregunto a Mary. Me cuenta que, para las Fiestas, en su país natal preparan hallacas, el tamal tradicional venezolano,  y que su mamá prepara las mejores hallacas del mundo.

“Desde que fui novia de mi esposo él quiso hacer hallacas con mi mamá y desde entonces todos los años las hemos hecho. En USA o en Panamá, hayamos sido solo nosotros tres, o ahora, que por fortuna estamos todos juntos: se vinieron de Venezuela mi hermana con su esposo, mi papá y mi mama, mi suegro y nuestra Xioma, que me crió desde que nací”.

 “¡Hacer hallacas es caótico! Comprar todos los ingredientes, ponerse de acuerdo para las tareas, la división de las hallacas una vez que estén todas listas… Pero es precisamente lo que define nuestras navidades. Todos en familia, escuchando música de navidad, haciendo hallacas, tanto adultos como mis tres hijos”.

Y atención, el relato de Mary incluye una receta que promete: “Este año por primera vez, desde hace más de 15 años anunciándose, mi esposo hizo una tanda de hallacas distintas, inspiradas en la comida indú ¡que es mi favorita! El guiso, en vez de ser con gallina y pernil, lo hizo con cordero, con pollo y bastante curri. Luego al servirlas les puso una salsa fría a base de yogurt y hierbabuena… ¡no te puedes imaginar lo buenas que quedaron!”

Un mes antes de que empiece la cuarentena, en febrero de  2020, Sixtina Wünstel (Instagram @sixsensesom), alemana, llegó a Panamá, después de haber viajado largo tiempo por América Latina.

Pese a que ya había estado en nuestro país, hoy me cuenta que le costó adaptarse. La pandemia no la ayudó: “No fue fácil hacer amigos, conocer el país o establecer rutinas por esos días”, rememora Sixtina, quien trabajó muchos años como especialista en finanzas y ahora dedica su vida a dar clases y a compartir toda su sabiduría sobre el yoga.

“Lo que me gusta de Panamá es el clima, todos los días hace calor. Esa libertad de salir y tener la playa cerca, cerca del mar, es algo que estoy disfrutando todos los días”, me remarca Sixtina. Y sí, vaya que es bonito.

En nuestro país, compartió el fin de año del año pasado:  “disfruté bastante, fue un Año Nuevo diferente porque no hacía frío. En Alemania no bailamos tanto como acá, pero la gente también se reúne con amigos, sale a comer, andan en grupo, van a un lugar. Eso me parece bastante parecido”.


Me cuenta, además, que en su país natal la comida que acompaña las noches de fin de año varía según la región. “Es muy típico la ensalada de papa, pan, algún tipo de salchicha o pollo. En mi familia nos gusta mucho preparar una comida diferente. Hacemos raclette para Navidad o para Año Nuevo. Nos encanta el queso con papa, con mariscos, el pollo o algunas verduras”.

De ambos lados del océano Atlántico, la comida siempre es una debilidad: “Este año voy a celebrar Navidad con mi familia, mi esposo es panameño. Estoy súper emocionada porque va a ser la primera vez que  voy a comer ensalada de papas, con pavo y algunas otras cosas que vamos a hacer”, se alegra Sixtina y me adelanta un sorpresa para esta noche:  “Voy a era agregar algún postre alemán o europeo para darle un toque diferente, pero aún estoy pensando qué voy a hacer, así que aún no podría decir de qué se trata”, se ríe.  

A todos los que siempre hemos tenido nuestra familia alrededor y en el mismo lugar, agradezcamos cada segundo que nos regala el universo.

Cada mesa tendrá su magia, su encanto propio. El nuestro, el de quienes nos acompañan y el de quienes recibimos.

Que sean fiestas felices y llenas de amor.

¡Y buen provecho!

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